Varsovia
Su lucha y su sonrisa

Varsovia es una ciudad de palomas, iglesias elegantes palacios y pequeños inmuebles, pero también una moderna capital europea que incorpora rápidamente edificios nuevos. Es, ante todo, desde hace varios siglos, el objeto del leal amor de sus habitantes. Y de esto dan testimonio numerosos tomos de poesía acerca de Varsovia, colecciones de cantares y canciones, álbumes de dibujos y fotografías.

Nunca fue un amor fácil, con frecuencia hubo que defender la amada capital de los invasores, luchar por ella. Después de cada guerra renacía y volvía a florecer, ha sido y es una de las ciudades más asombrosas y vitales del mundo.

Y por todas las riquezas y delicias de la tierra,
por las ilusiones cumplidas y palacios en las nubes,
no cambiaría yo la felicidad de haber vivido entre tus muros”.


Jan Lechon (1)

Varsovia –ciudad ubicada en el centro de Polonia, en el Bajío de Mazuria, sobre el Vístula (río que une los extremos norte y sur del país)- se convirtió en la capital de la nación a fines del siglo XVI, después de que el rey Segismundo III Vasa se trasladara de Cracovia (2)
A partir de entonces el palacio varsoviano –“palacio de Su Majestad y la República”- se convirtió en la sede del parlamento y las reparticiones más importantes de la corona.
El hijo de Segismundo III, LadislaoIV Vasa hizo erigir en la plaza del palacio una estatua de su padre sobre una alta columna, la que se convirtió en un importante símbolo de la ciudad, amado por los varsovianos y cantado por los poetas.
é nos pueden importar las tradiciones, tenemos la columna en Varsovia, sobre la que se posan las grullas viajeras”, escribió uno de los vates románticos; Juliusz Slowacki (3)

Varsovia se convirtió en el punto central de importantes hechos históricos: elecciones de reyes (4), sanción de leyes –entre otras, la democrática Constitución del de mayo-, como también decenas de invasiones de ejércitos extranjeros y batallas.
Una de ellas, la Batalla de Varsovia de 1920 fue el epílogo de la Primera Guerra Mundial y detuvo la marcha del ejército soviético hacia Europa occidental. Llegó el tiempo del trabajo, los proyectos y la expansión de la capital. En los años entre guerras Varsovia se convirtió en una capital colorida, elegante, en la que florecía la vida artística: sus teatros, cabarets y cafés atraían a numerosos visitantes.

Por desgracia, al poco tiempo llegó el 1º de septiembre de 1939 (5), y aquellos que habían puesto tanto esfuerzo en pro de la ciudad, nuevamente tuvieron que defenderla con el mayor sacrificio; el sitio y el bombardeo de la ciudad duraron tres semanas. Fueron destruidos el Castillo Real, la catedral, el Gran Teatro y muchos otros edificios. Las calles se convirtieron en barricadas. Simultáneamente con la defensa se realizaba un intensivo salvataje, se trataba de llevar obras de arte y bibliotecas a sitios más seguros. Los arquitectos preparaban, en esos mismos momentos, proyectos para la reconstrucción de la ciudad; poco después de la ocupación de Varsovia se constituyó un estudio clandestino de arquitectura y urbanismo. La poesía y las canciones eran el apoyo, los corazones se reconfortaban con los discursos del heroico alcalde de la ciudad.
A fines de septiembre ya no había agua ni víveres, la ciudad tuvo que capitular. Llegaron los oscuros y tristes años de la ocupación, los traslados a campos de exterminio y trabajos forzados, las ejecuciones. Una de las primeras ejecuciones masivas costó la vida a varios centenares de notorios médicos, ingenieros, maestros, en el marco del plan de aniquilación de creadores polacos. Los varsovianos contestaban con resistencia, tanto armada como moral.
Ciudad insumisa, heroica, algunos de los nombres que se dieron a Varsovia y a los que se podría agregar ciudad del humor. La vida, que no siempre transcurría en casas y edificios, cuando estos faltaban existía en las tradiciones, en la cultura, en poesías y canciones. Sobre la base al monumento a Federico Chopin en los Baños (parque varsoviano y residencia veraniega del rey), que fuera volado con explosivos, apareció una inscripción: “No sé quién me destruyó, ¡pero sé por qué! Para que no tocara la Marcha Fúnebre del Caudillo” (6). Por supuesto que semejantes versitos podían llevar a la prisión de la Gestapo, donde el audaz conocería la tortura y la muerte.

Los ocupantes crearon el ghetto en el barrio poblado mayoritariamente por judíos antes de la guerra. A partir de octubre de 1940 fueron trasladados allí miles de ciudadanos polacos judíos, y sus límites fueron rodeados con un paredón y guardias. El barrio fue cerrado. La población hacinada sentía no sólo sentía la amenaza de creciente del terror , el hambre y las enfermedades, sino también el aislamiento de Varsovia en la misma Varsovia. En la primavera de 1943 los nazis decidieron liquidar completamente el ghuetto, pero se encontraron con la resistencia. En el amanecer del 19 de abril estalló el levantamiento que había sido preparado por la organización de lucha judía y por la unión militar judía, compuesta en una buena parte por antiguos oficiales del ejército polaco. Se combatía “para morir con honor”, como decían las inscripciones en las paredes; el enemigo incendió, casa tras casa, todo el barrio. Sólo unos pocos lograron sobrevivir, algunos de ellos se unieron a los partisanos. Todo el barrio dejó de existir...

Durante la Segunda Guerra Mundial Varsovia fue el centro de resistencia más vigoroso de Europa, temido en el Tercer Reich, y la prueba más importante de este temor fue la desvastación completa de la ciudad después del levantamiento de 1944 (7), destrucción sin motivos militares ni necesidad bélica. Hacia el final del levantamiento de Varsovia la orden referida a lo que quedara de ella fue clara: “es necesario quemar cada casa y volarla...”
Calle tras calle iban desapareciendo casas, palacios, monumentos.
Una parte del patrimonio fue llevado a Berlín.

El levantamiento estalló el 1º de agosto y duró hasta el 2 de octubre de 1944. Se quiso acelerar el fin de la guerra, liberar la ciudad en forma autónoma. En el levantamiento participaron hombres, mujeres y niños; como dice la canción: “los niños de Varsovia iremos a la lucha, a cada orden tuya, capital, daremos nuestra sangre” (8). Murieron 200.000 habitantes de Varsovia.
La Varsovia combatiente confiaba en que alguien saldría en su defensa. La derrota del levantamiento trajo consigo la expulsión de todos los sobrevivientes. Entre los escombros quedaron algunos llamados Robinsones, -como por ejemplo, Wladyslaw Szpilman, héroe de la película “El pianista”- que se salvaron por milagro.

Pero inmediatamente después de los combates los varsovianos comenzaron a volver a la ciudad. Llegaban de todas partes y comenzaron a trabajar, sacando escombros, organizando la vida. “Todo el pueblo reconstruye su capital”, no era sólo un eslogan, era una realidad. Todos cualquiera fuera su ocupación o edad, en la medida de sus posibilidades intentaban colaborar. Me contaba mi mamá, joven enfermera en el levantamiento, qué fiesta fue la primera función en el reconstruido a medias Teatro Polaco, donde al final todos cantaron juntos una canción nueva, que terminaba con estas palabras: “¡decían que Varsovia no existe, y Varsovia aquí está!”. Y lloraban. Volvieron también a Varsovia las flores, elemento indispensable de su paisaje. No es posible vivir en Varsovia, aun entre escombros, sin un ramito de violetas, nomeolvides o muguets. Las flores particularmente características son las lilas, así descritas por Julian Tuwim (9)- : “¡Y en mayo cómo se olían las lilas polacas en los Bulevares y en el Jardín de Sas (10), en los canastos por las esquinas y en el tranvía, cuando de Bielan (11) volvía la gente de Varsovia!”

Porque la vitalidad es el rasgo más importante de Varsovia, que hoy una vez más es inspiración y alegría de las nuevas generaciones de sus habitantes.

El fenómeno de esta ciudad está magistralmente presentado por la obra fotográfica de Zofía Chometoska (quien viviera entre 1904 y 1991), constituyéndose al mismo tiempo 50 años de documentación: de la vida en la Varsovia antes de la guerra, de la terrible destrucción por la guerra y del renacimiento después de la guerra, cuando todo el pueblo reconstruía la capital en ruinas, intentando devolverle su aspecto anterior y su atmósfera. La muestra de esta notable artista polaca será acompañada por fotografías más recientes de esta ciudad realizadas por un joven y muy reconocido fotografo Rafal Jablonski. La ciudad que hoy bulle con tanta vida.

Zofía Jablonowska Ratajaska
Traducción Bárbara Gill

(1) Pron Ian Lejoñ. El poeta nació en Varsovia en 1899 y murió en Nueva York en 1956.
(2) Cracovia fue la capital anterior de Polonia. Volver artículo-
(3) Pron. Iuliush Slovatski.
(4) Polonia tuvo un período de monarquía electiva.
(5) Fecha en la que Hitler invadió Polonia y así dio comienzo a la Segunda Guerra Mundial.
(6) Rimado en el original polaco.
(7) Se refiere al levantamiento protagonizado por los ejércitos clandestinos de resistencia, no al del ghetto, que fue anterior.
(8) Rimado en el original polaco. Volver artículo-
(9) Prounúnciese Iúlian Túvim. Poeta nacido en 1894, exiliado durante la Segunda-Guerra Mundial y muerto en Polonia en 1953.
(10) Parque en Varsovia.
(11) Suburbio de Varsovia, frecuentado los días no laborables.

Galería de Imágenes de Varsovia después del levantamiento


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