Szymborska inédita
Cuando Wislawa Szymborska murió en febrero de 2012, hacía apenas un par de años que había publicado en que fue su último libro, “Aquí”. Sin embargo se encontraba ya trabajando en un nuevo libro, que no estaba muy lejos de terminarse. Incluso había comentado -medio en broma, medio en serio- con su editor cuál sería el título: Wystarczy, algo así como “Ya basta”, o “Hasta aquí”. Szymborska murió antes de poder terminar ese libro pero así y todo acaba de publicarse en el estado en que se encontraba; de un lado, trece poemas acabados; de otro, unos cuantos borradores, alguno también prácticamente redondeado, a falta de algún que otro retoque menor, otros en estado más precario. La edición, que incluye la reproducción de los manuscritos, nos permite asomarnos a la obra en marcha de una de las grandes poetas de nuestro tiempo. Y es algo más que una mera curiosidad póstuma, pues la mayor parte de esos pocos poemas están a la altura de los mejores suyos.
A la espera de que Bartleby publique (lo ha anunciado ya) la traducción más autorizada de Gerardo Beltrán y Abel Murcia (Szymborska ha sido más que afortunada con sus traductores al español) dejo aquí mis versiones de un puñado de los poemas, trabajos de amor ganados.
En el aeropuerto
Corren uno hacia otro con los brazos abiertos,
exclamando entre risas: ¡Por fin! ¡Por fin!
Visten hábitos invernales,
cálidos gorros,
bufandas,
pesadas botas
-pero sólo a nuestros ojos.
A los suyos, están desnudos.
Reciprocidad
Hay catálogos de catálogos,
poemas sobre poemas.
Obras sobre actores representadas por actores.
Cartas escritas por culpa de otras cartas.
Palabras que explican otras palabras.
Cerebros que estudian el cerebro.
Tristezas contagiosas como una carcajada.
Cartas extraídas de la baraja.
Miradas vistas.
Casos declinados según el caso.
Ríos grandes con la decisiva contribución de ríos pequeños.
Bosques cubiertos de bosque hasta las pestañas.
Máquinas dedicadas a fabricar máquinas.
Sueños que de pronto se despiertan del sueño.
Salud necesaria para recuperar la salud.
Tantos escalones de subida como de bajada.
Gafas con que buscar las gafas.
Respiración que inspira y expira.
Y al menos una vez de vez en cuando
el odio del odio.
Porque al final de todo
está la ignorancia de la ignorancia
y manos reclutadas para lavarse las manos.
Hay quien
Hay quien mejor que los demás se realiza en esta vida.
Todo está en orden en su interior y alrededor suyo.
Tiene método y respuesta para todo.
Es rápido descubriendo el qué el cómo el dónde
y el porqué.
Pone el sello en las verdades absolutas,
arroja los hechos superfluos a la trituradora de papel
y ordena a las personas desconocidas
en los ficheros correctos.
Piensa durante el tiempo justo,
ni un segundo más,
porque en ese segundo se esconde la duda.
Y cuando se despide de la vida
deja el lugar
por la puerta prescrita.
A veces le envidio un poco;
pero por suerte se me pasa enseguida.
La mano
Veintisiete huesos,
treinta y cinco músculos,
unas dos mil células nerviosas
en cada yema de cada uno de los cinco dedos.
Más que suficiente
para escribir Mein Kampf
o Winnie the Pooh.
por Martín López-Vega
El Cultural, España
21.01.2013
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